Hace poco, recordaba porque las empanadas son, de manera misteriosa, el talón de Aquiles de cualquier venezolano.
¿Quién no se ha levantado corriendo y lo primero que piensa es "me como una empanada donde Chucho-Carmen-María (inserte el nombre de su empanadero más cercano)?
En el colegio, las promotoras principales de las empanadas eran las mamás, "toma 500 bolos (aquellos tiempos) con eso te compras una empanada y una malta, o en el peor de los casos, vemos a cualquier compañero de trabajo llegar con una bolsa grasienta, con su vacito pequeño lleno de alguna salsa que seguro nos dejará un mal aliento, caemos ante la tentación.
Así son las empanadas. Todas unas genios, unas románticas que conquistan el corazón de cualquiera. Son la serpiente del jardín dónde Adan y Eva pecaron al comer el fruto prohibido, y estoy seguro que, si la historia de estos dos seres la hubiese escrito un venezolano, la manzana sería una empanada de (diga usted su sabor preferido).
Por cierto, ¿se le dice sabor, ingrediente o combinación? Cabe destacar que la empanada también es el emblema de que la rumba estuvo muy buena, y amanecimos, nos fuimos medios-completos ebrios a el puesto improvisado con una mesa y la infaltable cavita de anime, a comprarlas; entre mareos, risas y el zumbido que te queda en los oídos, la empanda fue la salvación.
¿Por qué recordé que existen mil razones para amar las empanadas? Pues hoy vi como alguien se negaba a una, porque hizo gym, no puede engordar porque el finde va a la piscina a lucir el nuevo traje de baño. ¡Qué decepción! Primero estar en el gimnasio solo por lucir un traje de baño, seguido, la negación hacia la empanda. ¿Qué moral es esta?
Si ustedes tienen razones, miles, para amar las empanadas, entonces comparta este link.